El día que Rivera mandó matar a Artigas El Anarquista

“Bravos orientales,/ himnos entonad,/ que Artigas va al templo/ de la libertad.”

Esta es la cuarteta inicial de una “canción patriótica” de 1812, de autor anónimo.

Según un relato de la época fue impresa en Londres y circuló ampliamente en la Banda Oriental, Entre Ríos y Corrientes.

Un oficial de nombre Galván en documento a Artigas, la describió así: “Es una hermosa marcha militar, con que he visto un ejército de 5 mil patriotas cantándola con lágrimas de entusiasmo”.

ARTIGAS Y NOSOTROS

Esta columna comenzó a escribirse sola en junio pasado cuando se conoció una carta enviada por Fructuoso Rivera a un caudillo entrerriano, proponiendo matar al “anarquista” José Artigas.

La carta estaba en el Archivo de la provincia de Corrientes (Calle Pellegrini 1385, Sala 2 Don Hernán Félix Gómez, Correspondencia Oficial años 1810-1921, Tomo 09 Folio 053 al 055).

Esa carta ayuda a entender algunas cuestiones de nuestra historia.

En primer lugar, la importancia federal y no uruguaya, de José Gervasio Artigas. En segundo lugar se entiende porque desde el partido Colorado no se reivindicó el pensamiento artiguista. En tercer lugar se entiende como una vertiente relevante del partido Nacional reivindica a Artigas, su federalismo en contra del centralismo bonaerense y montevideano, y como el general Leandro Gómez fue de alguna manera el ultimo artiguista blanco.

LA CARTA DE RIVERA

En la citada carta del 13 de junio de 1820, Rivera se lamenta de que Artigas haya conseguido una victoria, y le ofrece el apoyo a “su excelencia el Señor Barón de la Laguna”, quien “había sido enviado por Su Majestad para proteger las legítimas autoridades”, haciendo la guerra a los “anarquistas” de Artigas.

Se explica además el fondo del coloradismo. Artigas era un federal, rodeado de los gauchos, indios y negros; los colorados mas ligados al negocio de los puertos que eran claves en el centralismo.

En 1820 Artigas gano y perdió. Buscó retomar fuerzas y cruzó el río Uruguay para pedir apoyo a los caudillos de Entre Ríos, Corrientes y Misiones, pero aquellos tenientes que le siguieron en la creación de la Liga Federal ya tenían otros intereses y si no se excusaron de darle auxilio, lo combatieron como Ramírez en Entre Ríos.

En esa etapa, en la que Rivera se integra a las fuerzas portuguesas y obtiene mando de tropas y grado de coronel, es que se produce la correspondencia con el gobernador de Entre Ríos, a quien el luego fundador del partido Colorado y primer Presidente de la República, apoya en su proyecto de “ultimar” al general Artigas.

Con el Estado desarrollado, se entendió que el país necesitaba un héroe nacional, un himno y una bandera. Los colorados y blancos (los doctores) impulsaron que esa figura fuese Joaquín Suárez. Suárez había estado en la batalla de Las Piedras con Artigas pero no lo acompañó en todas las campañas revolucionarias. Hijo y a su vez hacendado, Joaquín Suárez promovió la bandera uruguaya con nueve franjas azules y un sol, al que llamo “sol de mayo”, el mismo de la bandera argentina. O sea: coincidiendo con el centralismo y en contra del federalismo.

A tal punto Suárez es importante, que su señora bordó aquel sol en la bandera, debajo de un ombú ubicado en la casa de Suárez que quedaba a orillas del rio Santa Lucia en lo que hoy se conoce como Parador Tajes. El ombú existe.

El historiador Carlos Demasi cuenta aquellos movimientos que desembocaron en el Artigas héroe nacional. Explica esa necesidad de encontrar una persona que opere como factor unificador, como un héroe.

Demasi además explica que habían historias contradictorias en Artigas. Había estado en el ejército español, luego lo combatió. Estuvo con la Junta de Mayo, luego la combatió. Esos elementos mas la leyenda del Artigas contrabandista y bandolero generaban polémicas.

Hay un Artigas que se cuenta desde Argentina. Es el mismo Artigas federal que levanta la historia por estos lugares. Recuérdese que hay banderas en provincias argentinas que llevan los colores de la bandera de Artigas, todo un símbolo del pensamiento federal de Artigas y las provincias unidas.

El historiador argentino Felipe Pigna incorpora la mirada artiguista a la cosmovisión histórica de su país. Pigna dice que Artigas es “un hombre fundamental en la historia argentina”.

Y lo cuenta de esta manera:

Recuerden ustedes que los diputados electos enviados por Artigas a Buenos Aires, pertenecían a la Banda Oriental, Entre Rios, Santa Fé, Corrientes, algo de Córdoba y Misiones.

Pigna establece que el tema aduanero era central para el federalismo. ¿Por qué? Porque Artigas y las provincias citadas no querían que Buenos Aires y Montevideo se quedaran con la renta aduanera.

Entonces acá aparece una porción de nuestra historia que vincula a los blancos con el federalismo y el artiguismo. Mismo hoy, el periodista Serrano Abella, que tiene un conocido programa en Melo y que no oculta su blanquismo, reivindicó el federalismo al recordar a Eustaquio Sosa. Un federal, dijo Abella.

Hay varios elementos, pero me voy a detener en dos de enorme gravitación en la historia nacional: Emilio Oribe y Leandro Gómez, ambos federales, blancos y artiguistas.

Rivera y Oribe no se llevaban bien. En algún punto, las diferencias  eran ideológicas porque -en grandes pinceladas- Rivera no estaba muy entusiasmado con la   independencia y Oribe si. A tal punto que Oribe integra el grupo comandado por Lavalleja que desembarca en la Agraciada.

El federalismo de Oribe se expresa de muchas maneras, pero subrayo una. Tras el victorioso sitio a Montevideo, Oribe instala una aduana en la zona del Buceo. ¿Cuál era su objetivo? Que fuese una suerte de puerto por donde sacar las producciones del litoral argentino y uruguayo. Así la renta aduanera de Buenos Aires y Montevideo iba a parar a las provincias unidas del sur.

El otro hecho de gravitación histórica en Uruguay y Argentina tiene que ver con Leandro Gómez. El general Leandro Gómez -hay varios libros sobre el tema- era un artiguista claro y contundente.

Voy a citar un libro, llamado “Leandro Gómez, la defensa de la soberanía”. Allí se señala que Leandro Gómez estaba en contra de Mitre que quería eliminar cualquier vestigio de federalismo y artiguismo. Un Mitre amigo de Venancio Flores, colorado para mas señas.

Por el año 1860 -Artigas había muerto diez años atrás- la puja entre blancos y colorados era muy fuerte, a tal punto que las potencias limítrofes se sumaban a los bandos en pugna.

Los colorados tenían el beneplácito de Buenos Aires y de los portugueses y Gómez -algo distanciado del gobierno de su partido- en favor de la soberanía oriental.

Pelea tras pelea y sin apoyo de su gobierno, Leandro Gómez se instala en Paysandú. En el libro citado, se señala que Gómez recurre una y otra vez a Artigas para arengar a sus compañeros. Los vivas a Artigas se suceden: “¡Seremos tus dignos compatriotas, heroico Jefe de los orientales!”, grita el general Leandro Gómez.

LA TRIPLE ALIANZA

Leandro Gómez estaba casi solo. El gobierno del Paraguay quería asistirlo, el gobierno del mariscal Solano López.

Argentina no se lo permitió lo que generó una serie de hechos que desembocaron en la guerra de la Triple Alianza contra el Paraguay.

El conflicto se desencadenó a fines de 1864, cuando el mariscal Solano López, presidente paraguayo, decidió acudir en ayuda del gobierno ejercido por el partido Blanco de, concretamente ir en ayuda de la defensa de Paysandú, en guerra civil contra el partido Colorado, apoyado este militarmente por el Brasil. López advirtió a los gobiernos de Brasil y la Argentina que consideraría cualquier agresión al Uruguay “como atentatorio del equilibrio de los Estados del Plata”, pero tropas brasileñas invadieron territorio uruguayo en octubre de 1864.

El 12 de noviembre de 1864, en represalia por la invasión brasileña a Uruguay, el gobierno paraguayo se apoderó de un buque mercante brasileño y del gobernador de la provincia brasileña de Mato Grosso, dando inicio a la Guerra y declarándola al día siguiente. La primera etapa consistió en la invasión del Mato Grosso, en diciembre de 1864, durante la cual fuerzas paraguayas ocuparon y saquearon gran parte de esa provincia.

Sin haber recibido todavía ayuda externa, y atacado por las tropas de Venancio Flores, los invasores brasileños, la escuadra imperial y un importante apoyo logístico del gobierno argentino, el gobierno uruguayo se vio obligado a rendirse.

Solano López solicitó autorización al presidente argentino Bartolomé Mitre para atravesar territorio argentino rumbo al Uruguay con sus tropas, solicitud rechazada por Mitre.. De haber permitido que tropas beligerantes atravesaran por su territorio hubiese constituido un abandono de la posición hasta entonces públicamente neutral de la Argentina; por otro lado, el gobierno argentino simpatizaba con el partido Colorado.

Con poco apoyo y mucho heroísmo, las fuerzas de Gómez son reducidas. Por el sur, las fuerzas del general colorado Venancio Flores con el apoyo de Buenos Aires y por el norte, por el rio Uruguay, las fuerzas portuguesas al mando de Tamandaré. Todos contra Leandro Gómez y sus gauchos.

“No hay tiempo ni para enterrar los muertos, y ahí quedan, como dormidos, al pie de la trinchera”, cuenta una crónica.

Leandro Gómez no se rinde y allí nace su frase que aún retumba en Paysandú: “hasta sucumbir”.

Leandro Gómez recibe un mensaje del general Flores en donde le prometía que su vida iba a ser respetada. Leandro Gómez es apresado y fusilado.

Junto con Leandro Gómez estaba el hermano de José Hernández, quien creo los versos de Martin Fierro, un gaucho federal, hermano de los hermanos.

Por aquellos días, los federales argentinos de Concordia esperaban la orden para defender a Leandro Gómez, pero la orden nunca llegó.

Leandro Gómez y su heroísmo están instalados también en la historia federal de la Argentina.

La defensa de Paysandú es un hito glorioso. Tan glorioso que los colorados no festejan ni conmemoran haber tomado esa ciudad, haber ganado esa batalla. No está en la historia colorada. Es como si tuvieran vergüenza de un hecho heroico. Como si tuvieran vergüenza de haber contado con el apoyo de argentinos y portugueses para suprimir un nuevo sueño artiguista.

“Todos los hombres, todos los Patriotas, deben sacrificarse hasta lograr destruir enteramente a Don José Artigas; los males que ha causado al sistema de Libertad e independencia, son demasiado conocidos para nuestra desgracia y parece escusado detenerse en comentarlos, cuando nombrando al monstruo parece que se horripilan. No tiene otro sistema Artigas, que el de desorden, fiereza y despotismo; (…) haciendo la guerra a los anarquistas de Artigas (…) Usted persuádase que los deseos de Su Excelencia son que usted acabe con Artigas y para esto contribuirá con cuantos auxilios están en el Poder. (…) Artigas es un sanguinario perseguidor de la humanidad, un Monstruo», decía aquella carta de Rivera.

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